¿Merece la pena comer en Jamie Oliver?
Cualquier amante del buen comer se habrá hecho alguna vez esta pregunta.
A todos los que hemos visto por la televisión sus programas nos ha llamado la atención su manera rústica y tosca de cocinar. Es más, en ocasiones le he visto sacar una coliflor del huerto, partirla en cuatro con un enorme cuchillo y meterla en una cacerola al fuego sobre leña en el suelo sin ni tan siquiera pasarle un agua primero.
¿Quién es este “joven» cocinero con cara de niño?
Un británico de pura cepa nacido en Essex que ya cumplió 41 años y lleva unos cuantos comiéndose literalmente el mundo. Saltó a la fama cuando lo descubrió la cadena pública BBC mientras cocinaba en Londres a las órdenes de otro prestigioso cocinero en un restaurante en Fulham. Es lo que los comunicadores audiovisuales definimos como “dar en cámara”. Se la comía y gustaba, al igual que su manera tan particular de cocinar.
Se da la circunstancia de que Jamie encomendó al que fuera su primer jefe la gerencia de su posterior cadena de restaurantes. Vamos, que pasó de empleado a jefe y dueño de un emporio.
Su predilección especial es la cocina tradicional británica, pero sobre todo es famoso por sus buenas recetas italianas y sus incursiones en la cocina asiática, fusionando en ocasiones ambas con un éxito asombroso.
Así que este cocinero, comunicador y empresario comenzó a publicar libros al mismo ritmo que sacaba nuevas series de cocina para televisión. Hasta la fecha, 15 libros y otras tantas series para diversos canales en todo el planeta. Durante ese periodo ha ido abriendo también varios restaurantes. Algunos son exclusivos y solo los puedes encontrar en Londres, otros como los Jamie´s Italian están en una veintena de países.
Sí, también tiene su propia línea de alimentos envasados. Sus salsas son excelentes, y además una amplia gama de utensilios de cocina llevan su firma. Toca todos los palos. Creo que si abriese una cadena de supermercados también funcionaria. En realidad, ya fue la imagen de la conocidísima cadena de alimentación Sainsbury, que llegó a pagarle algo más de 2 millones de libras al año por usar su imagen. Allí estaba Jamie sonriente en la puerta con cara de niño bueno para recordarte que comprases sano.
Mucho más que un cocinero de éxito
Pero no solo se dedica a amasar dinero poniendo productos frescos al fuego. Jamie Oliver ha creado y participa en media docena de fundaciones y organizaciones sociales que principalmente se dedican a la promoción de una alimentación saludable, dirigidas en su mayoría a poner en valor la correcta alimentación de los más pequeños de la casa. Con algunas de estas iniciativas tuvo tanto éxito que logró que el propio gobierno británico invirtiese partidas multimillonarias para mejorar la alimentación en los comedores escolares. Con esta misma filosofía dirigió y presentó dos series de televisión, una en Reino Unido y otra en Estados Unidos, con la finalidad de enseñar a los pequeños a comer mejor, a dejar a un lado la comida basura y a entender lo beneficioso que es comer productos frescos.
Nunca ha hecho pública la cantidad de dinero que dona ni ha ofrecido un detalle exacto sobre sus acciones sociales, pero se estima que son muy numerosas. En el 2003 le hicieron miembro de la Orden del Imperio Británico y en 2005 fue declarada como una de las figuras públicas más influyentes del país.
Vale Sar, ya conocemos al cocinero, pero… ¿merece la pena comer en sus restaurantes?
¡Pero qué impacientes! Levo redactadas cuatro líneas y ya me están metiendo prisa… ¡si es que cada día leemos menos! Les tengo acostumbrados a un vídeo rápido y… ¡zas!, ahora todo son prisas…
La primera vez que vi un Jamie´s fue en Manchester y la última en Budapest. En medio, podrán imaginar, en muchos otros lugares del planeta. Los italianos, que son los que encontramos en casi cualquier lugar, están bien pero no son para tirar cohetes. Pero entiéndanme. Son restaurantes de precio medio, con una buena presentación, un buen servicio y una cocina sencilla pero bien pensada. Se nota que cada plato es fruto de un cuidado estudio. La raciones son generosas y muchas recetas súper originales.
Si son de los que tristemente no se atreven a probar nada nuevo pueden pedir una pizza, pero yo prefiero aventurarme que la vida son dos dias. Digo que no es para tirar cohetes, pues aunque los productos son claramente frescos, tienes la sensación de estar sentado en un restaurante de cadena, que lo es, pero para mi gusto demasiado americano a pesar de ser un italiano. Es como otros muchos restaurantes de cadena que puedes encontrar en Estados Unidos, salvo que en esta ocasión se trata de un establecimiento regentado por un británico. Está todo tan cuidado y estudiado que le falta un poco de ese “algo” de imperfecto pero encantador que puede tener cualquier restaurante italiano de Italia regentado por un tal Guiseppe.
Pero miren, por lo que cuesta, las raciones que sirven, lo agradables y confortables que suelen ser, merecen la pena. Desde luego no es comida basura y, si además le sumamos la estupenda labor social que hace, merece un alto en el camino.
Espero que este artículo fuese su de interés. Coman despacio, mastiquen bien y no, los espaguetis no se comen con cuchara.¡Buen provecho!