Queridos y estimados amantes del cocinar y buen comer, les propongo una sencilla receta de mermelada de naranja amarga baja en azúcar.
Si nuestras abuelas leyeran esta propuesta diría que se nos ha ido la cabeza, pues las recetas tradicionales de mermelada siempre llevan mucho azúcar. Es más, en el método tradicional la proporción es 1:1 – tanto pesa la fruta, tanto azúcar ponemos. Hoy en día las cosas han cambiado un poco y los que se considera habitual es 2:1, dos partes de fruta por cada parte de azúcar. Así pues, vemos en los botes del supermercado mermeladas que nos cuentan que tienen 50 gramos de azúcar por cada 100 gramos de fruta. Aún así, esto es bastante o mucho azúcar. Evidentemente podemos pensar que lo sencillo es rebajar aún más la proporción dulce pero, entonces, ya no es una mermelada.
Estamos más cerca de hacer una compota, por ejemplo. Un truco puede ser cocinar mucho la fruta para así hacer una reducción y dejarla más espesa y con más consistencia de mermelada minimizando el azúcar, pero en ese caso nuestra fruta perderá casi todas las propiedades. Otra opción es añadirle un poco de gelatina alimentaria pero, generalmente, modifica un poco el sabor. Yo les propongo que bajemos hasta un 30% el contenido en azúcar y que sacrifiquemos un poco el dulzor y obtengamos una mermelada un poco más líquida pero manteniendo su sabor.
Vamos allá con los ingredientes:
- Naranjas, depende de cuanta mermelada quieras.
- El 30% de azúcar del peso de las naranjas (yo uso azúcar blanca refinada, el azúcar moreno modifica el sabor, es cuestión de gustos) Ejemplo: 1kg de naranjas y 300 gramos de azúcar.
- Un poco de canela en polvo.
- Un poco de pimienta en polvo.
Lavamos muy bien las naranjas pues nos lo vamos a comer casi todo (así que esmérense, que hoy en día a la fruta la rocían con ¡vayan a saber qué!). Después vamos a rallar la piel. Queremos solo la parte naranja de la misma, intentando no rallar la blanca que vamos a desechar (es muy amarga y como no queremos usar demasiado azúcar no la vamos a necesitar). Aún así la parte superficial que hemos rallado ya le dará bastante amargor.
Ahora hay varias opciones: cocinar primero la piel rallada con el jugo de las naranjas y añadir mucho azúcar e incluso gelatina o aprovechar toda la pulpa para darle consistencia. Así que ni cortos ni perezosos cortamos en cuadrados las naranjas peladas y las metemos en una cacerola junto con las pieles ralladas.
Lo ponemos al fuego y lo cocinamos 15 minutos. En ese momento soltará mucho líquido. Pasado ese tiempo añadimos el azúcar y lo seguimos cocinado otros 15 minutos. Hay quien usa además azúcar gelificante, pero también modifica el sabor. Durante la cocción – a fuego fuerte – no lo tapamos, pues necesitamos que se evapore el exceso de líquido. Vayan removiendo con una cuchara de madera y ¡cuidado!, que al tener azúcar si salpica una gota quema bastante o puede dañar la placa de cristal de cocinar. Cuando queden 5 minutos vamos a añadir un poco de canela y un pellizco de pimienta, algo así como 4 partes de canela por cada parte de pimienta.
Un truco para saber si nuestra mermelada ya está lista es sacar una cucharadita y ponerla sobre un plato de postre. Esto lo metemos unos minutos en la nevera. Al enfriarse un poco la sacamos, empujamos con el dedo o una cuchara esa muestra de mermelada y si la parte superficial se queda un poco arrugada, como una fina película de piel, nuestra merme ya está lista.
En ese momento y con la mermelada aún muy caliente la vamos a pasar a los botes. Ojo, bien lavados. El truco está en llenarlos hasta que casi rebosen, intentado sacar el máximo posible el aire. Luego los cerramos con fuerza y los colocamos boca abajo. Esto no es un vacío pero será suficiente para conservarlas un par de meses en un lugar seco y oscuro. Lo ideal sería hervir primero los botes antes de introducir la mermelada. Luego, una vez llenos, hervirlos nuevamente al baño maría con el agua justo debajo de las tapas, pero esto ya es a gusto y necesidad. En mi casa las mermeladas no duran un año sin consumir y nunca se me han estropeado con el método que les explico. Recuerden que lleva azúcar que ya es un conservante natural.
Esta mermelada amarga, baja en azúcar, está de rechupete, la verdad. No es lo más sano de la cocina contemporánea pero sin duda es más saludable que las del supermercado. Espero que les guste y recuerden que compartir es vivir.